Desde hace miles de años, el hombre experimenta una relación con la Naturaleza según las necesidades que tiene que satisfacer en cada momento determinado de la historia.
Desde la Era Primitiva hasta la Revolución Industrial, la huella humana en el ambiente natural no generó mayores inconvenientes en el equilibrio ecológico del planeta porque sólo se consumía lo que se necesitaba.
Después de la Revolución Industrial hasta hoy día, el consumo excesivo por parte del ser humano, transformó y desequilibró todos los niveles de la Naturaleza, incluso sin tener en cuenta que nos estábamos perjudicando a nosotros mismos. La explotación mineral trajo contaminación ambiental, la tala indiscriminada de nuestros bosques ha producido cambios muy importantes y muy serios en el clima y la fauna y la flora en todo el mundo está amenazada con especies en peligro de extinción.
El egoísmo del ser humano, no nos permite comprender que nosotros mismos estamos en peligro de desaparecer como especie si no cambiamos los hábitos destructivos y las malas costumbres que tienen a la Naturaleza misma en jaque.
Todos somos responsables de la desconexión que nos lleva a la despreocupación por el planeta y de sus habitantes, que son nuestros hermanos, ignorando que estamos integrados a la misma red del nivel mineral, vegetal y animal, y no podríamos sobrevivir aisladamente.
Hemos de ser conscientes, de que nosotros formamos parte importante de la Naturaleza y que ella es la que nos proporciona las condiciones para vivir. Nos suministra el oxigeno que nuestro cuerpo necesita; el agua, elemento esencial del cual estamos compuestos en un porcentaje bien alto; alimentos que nos aportan los nutrientes necesarios para mantener la vida, así como el sol, tan necesario para la vida en el planeta y para muchos de los procesos químicos de nuestro cuerpo.
Aún estamos a tiempo de remediar el daño causado en todos los niveles, que no sólo no disminuye, sino que aumenta proporcionalmente a la desconexión entre nosotros y la Naturaleza. El remedio eficaz consiste en educarnos en un ambiente compatible con la integralidad del mundo, que nos enseñe a conocer y respetar las leyes que nos rigen y el propósito que cada ser vivo o inerte tiene en este sistema que todos conformamos.
Rescatar los valores de unidad con los que vivieron las generaciones pasadas, adaptarlos en un marco evolucionista -cuyo legado hará que las generaciones futuras no pierdan las esperanzas en nuestra propia naturaleza humana-, puede lograr que eventualmente surja de lo profundo de nuestro ser la necesidad de conectarnos entre nosotros y con la Naturaleza misma para encontrar el equilibrio que todos los habitantes de este planeta, o la gran mayoría, deseamos.
Pedro M. Martin- Coach/ Terapeuta