Pese a que los seres humanos nacen y mueren, sus pensamientos nunca mueren.
El pensamiento es una fuerza vital, es la fuerza más viva, sutil e irresistible que existe en el universo. Es una fuerza como la gravedad, la atracción o la repulsión. Vivimos flotando en un océano del pensamiento.
Somos lo que pensamos
Cada pensamiento tiene un valor incalculable en todos los aspectos de la vida. La fortaleza de tu cuerpo y la de tu mente, tu éxito en la vida y el placer que produzca a los demás tu compañía, dependen de la naturaleza y calidad de tus pensamientos. Quien tiene pensamientos positivos, habla poderosamente y produce una impresión profunda en las mentes de quienes le escuchan.
El pensamiento configura el carácter. El hombre se convierte en lo que piensa. Piensa que eres fuerte, y fuerte te volverás. Piensa que eres débil y te volverás débil. Si meditas sobre el coraje, instaurarás éste en tu carácter. E igual ocurre con la bondad, la paciencia, la generosidad y el autocontrol.
Triple influencia
Un pensamiento positivo es beneficioso desde los tres vértices de nuestra observación. Primero beneficia a quien lo piensa, mejorando su cuerpo mental. En segundo lugar, beneficia a la persona en la cual se piensa. Y, finalmente, beneficia a toda la humanidad, mejorando la atmósfera mental general, la aldea global de la que tanto hablamos hoy día. En el mismo sentido y por el contrario, un pensamiento negativo es también triplemente perjudicial. Por ello está en nuestras manos orientar la realidad que nos rodea.
Los pensamientos son nuestros verdaderos hijos. Un pensamiento noble te proporciona alegría y felicidad, un pensamiento negativo te generará pesadumbre y aflicción.
Igual que educamos a nuestros hijos con gran cuidado, tenemos que educar nuestros pensamientos con esmero, utilizando para ello la concentración, de la que hablaremos en futuras entregas.
Pensar constituye la verdadera acción. Desarraiga todos los pensamientos negativos, no lo dudes.
Confía en tu capacidad de crear la realidad que te rodea.
Erradica la negatividad
El proceso de incorporación de un pensamiento negativo es el siguiente. Primero penetra en la mente. Luego te deleitas dándole vueltas, consientes que permanezca en tu mente. Y por último se acaba fijando en tu mente.
Si cultivas un solo pensamiento negativo, se agruparán en ti todo tipo de pensamientos negativos y te debilitarán. Mientras que si cultivas cualquier pensamiento positivo, se reunirán en ti todo tipo de pensamientos positivos que te fortalecerán.
Controla tus pensamientos. Del mismo modo que conservas sólo las frutas buenas de la cesta, desechando las malas, conserva únicamente los pensamientos positivos en tu mente, rechazando los negativos. Extirpa la codicia, la avaricia, el egoísmo. Mantén tu mente plenamente ocupada.
Cómo utilizar el pensamiento
La energía se malgasta en toda charla ociosa y al cultivar pensamientos inútiles. Cultiva únicamente pensamientos que sean provechosos. Los pensamientos positivos son los escalones hacia el crecimiento y el progreso espiritual. No permitas a tu mente retornar a sus viejos moldes y continuar con sus propias formas y hábitos. Permanece alerta.
Debes erradicar, por medio de la introspección, todo tipo de pensamientos ruines, sin valor, de venganza, celos, odio y egoísmo.
Debes aniquilar los pensamientos destructivos que generan falta de armonía y desacuerdo y cultivar los amables, sublimes y constructivos. Tus pensamientos deben llevar paz y consuelo a los demás.
La meditación te proporciona serenidad
Cuantos menos pensamientos tengamos en nuestra mente, mayor será nuestra paz. A medida que reducimos nuestros pensamientos, añadimos fortaleza y paz a la mente. Cuando estamos serenos, penetramos e impregnamos cada átomo del universo, purificando y elevando al mundo, a la aldea global en la que hoy vivimos, transformando esta realidad, modificándola lentamente para hacerla más llena de paz.
Fuente: www.sivananda.es