Continuando con los principios y la filosofía en la que nos basamos a la hora de trabajar con una persona y en nuestra vida diaria, en este artículo vamos a hablar de algo tan importante como es la alimentación.
Nosotros le llamamos Alimentación Consciente, ya que en todo momento hemos de darnos cuenta de que es lo que damos a nuestro cuerpo en forma de alimento; pero no solo hemos de estar pendientes de lo que entra por nuestra boca para satisfacer el hambre o para nutrirnos, sino también consideramos alimento, todo lo que entra por los oídos, los ojos, la piel, en definitiva de lo que nos alimentamos a diario en diferentes formas y que afectan a todo nuestro Ser.
A diario escuchamos o leemos sobre los diferentes tipos de alimentación que, muchas se han puesto de moda en los últimos años, o ya llevan instaladas en nuestra sociedad bastantes décadas.
Podemos ir desde la alimentación omnívora, a la macrobiótica, vegana, pasando por la paleo, diferentes versiones del vegetarianismo, y así una larga lista de formas de alimentación que tienen sus beneficios y algunas sus desventajas.
Desde aquí no queremos analizar cada una de ellas, (no terminaríamos en mucho tiempo), ya que cada persona debe de analizar cuál es la que mejor se adapta a su cuerpo, su actividad física, metabolismo, etc y eso es algo que no debemos de tomarnos a la ligera, ya que el dedicar un tiempo en hacer un estudio de nosotros mismos a la hora de elegir alimentarnos de cierta manera, nos puede evitar algún problema a la larga. Por lo tanto esta elección la dejamos a criterio y observación de cada persona.
Lo que si queremos subrayar en este artículo es que la alimentación que elijamos, debería ser rica en alimentos vivos, siendo conscientes de cómo afecta la comida en nuestro físico, en la mente y emociones, en el ámbito social e incluso en tu espíritu. Con alimentos vivos queremos decir que tengan esa energía vital que nuestro cuerpo necesita y no solo los diferentes nutrientes que nos aportan para el correcto funcionamiento de nuestros sistemas. Podríamos diferenciar alimentos densos y alimentos sutiles.
Por alimentos densos podrían catalogarse todos los que tienen procedencia animal (pescado, vaca, cerdo, quesos, leche, huevos…) son energías densas difíciles de digerir por nuestro organismo a la vez que son alimentos sin vida, sin energía vital que decíamos anteriormente; al contrario de los alimentos de procedencia vegetal (verduras, frutas, cereales, legumbres, semillas…) que son energías más sutiles y fáciles de digerir, nos proporcionan la energía vital procedente del sol, el agua, el aire y la tierra.
Comer alimentos densos y pesados puede hacernos sentir densos y pesados (estrés, agresividad, irritabilidad, competencia) Comer alimentos ligeros, luminosos y vibrantes hace que nos sintamos más ligeros, luminosos y vibrantes. (paz, amabilidad, comprensión, relajación, colaboración).
Es interesante también apuntar que es recomendable que esos alimentos algunos se consuman en crudo, provengan de cultivos ecológicos, que respetan el medio ambiente, de cercanía y de cada estación; nos hemos acostumbrado a comer de todo en todas las estaciones del año y creo que además de ser perjudicial para la tierra lo es también para nuestro cuerpo, ya que cada época del año requiere un tipo de nutrientes.
Esta podría ser una lista de alimentos adecuados:
Todas las frutas y vegetales frescos y maduros (crudos y de cercanía).
- Semillas, granos y legumbres germinados (por ejemplo, semillas de girasol y legumbres, mijo).
- Zumos naturales de verduras y frutas.
- Algas (Ej. Espirulina, wakame y nori).
- Superalimentos (Ej. Semillas de cáñamo, bayas de goji, hierba de trigo).
- Alimentos fermentados. (Ej. Chucrut, col blanca fermentada, kéfir, kombucha).
- Cereales Integrales y legumbres.
Y alimentos poco recomendables:
Son alimentos que agotan la luz del cuerpo, tales como carne, pescado, aves, huevos y comidas refinadas, azúcar blanco, harina blanca, congelados y/o comidas procesadas.
También llamamos alimentación, tal y como decíamos al principio, a todo lo que nos entra por los oídos, los ojos y la piel. Hay que tomar conciencia y elegir lo que escuchamos, las conversaciones en las que nos sumergimos, los programas que vemos en televisión o internet, las personas y los ambientes con los que nos relacionamos y por último con los productos que nos untamos en la piel, ya que todo ello nos afecta a nivel físico, emocional y espiritual y por lo tanto nos afecta a nuestro equilibrio y a nuestra salud.
Pedro M. Martín- Coach/ Terapeuta
Consciencia Activa